miércoles, 12 de diciembre de 2007

Carlo Gesualdo


Nápoles, h. 1560-id., 1613. Lo poco documentada que está la vida de este compositor y laudista italiano ha entrado en los terrenos de la leyenda. Ello es debido a los trastornos mentales que se le atribuyen, aunque es difícil poder identificar dichos trastornos, sí es cierto que arruinó su existencia pero que dotó a su arte de una gran originalidad. Como muestra de estos trastornos citar que dispuso que apuñalaran frente a él a su esposa, de quien no se ocupaba en absoluto, y a su amante. Incluso él mismo cooperó en el asesinato con algunos pinchazos. También mandó matar a su pequeño hijo con crueldad y violencia inauditas, dándole de comer en forma tal que murió de sofocación, por dudar de su paternidad.
Por ello se le ha descrito como un lunático excéntrico, perverso, cruel y receloso. En sus últimos años estuvo profundamente deprimido y a punto de volverse loco, atormentado por los remordimientos de su triple crimen. Su personalidad aventurera y de reacciones encontradas también se advierte en sus composiciones, que son audaces y fantásticas, disonantes, expresivas e inusualmente modernas con disonancias muy adelantadas para su época. Violaba las reglas y distorsionaba la música para lograr mayor expresividad, y no se detenía ante la extrañeza de sus armonías ni ante ninguna violenta interrupción del ritmo para dar salida a sus tormentos interiores. Se interesaba en los más oscuros aspectos de la vida, lo trágico, lo espeluznante, lo grotesco. Expresó con una extraña progresión de acordes y breves sollozos lastimeros, en la melodía , su sufrimiento, su pena y sus pensamientos sobre la muerte. Su madrigal, Moro Lasso al mio duolo tiene muchas coincidencias con la famosa secuencia de acordes de La Walquiria de Wagner.
De su producción, no demasiado abundante, destacan los seis volúmenes de madrigales a cinco voces, muchos de los cuales están escritos sobre textos de Torquato Tasso, a quien conoció en Ferrara durante los años que pasó en esa ciudad después de su doble crimen. En ellos es posible seguir la evolución del compositor desde las primeras partituras, influidas por el ejemplo de su maestro Pomponio Nenna, hasta las de madurez, con la muerte y el dolor como temas más frecuentados. Su música, de carácter estático y contrastado, compuesta de frases muy breves, en ocasiones desprovista de temas melódicos propiamente dichos, anuncia y precede el universo barroco en su abigarrada expresividad y su hábil empleo de la disonancia. Junto a otro libro de madrigales a seis voces, que nos ha llegado incompleto, y dos de motetes, conforman la parte más interesante y sorprendente de su catálogo, aquella que convierte a Gesualdo en uno de los mayores compositores de su época, comparable a sus dos contemporáneos, tan diferentes y complementarios, Luca Marenzio y Claudio Monteverdi.
Escucha su motete Ave Dulcissima Maria

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